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Santo del día

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  • hace 21 horas
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San Antonio María Claret, misionero y arzobispo, fundó los Hijos del Inmaculado Corazón de María. Predicador incansable y defensor de la justicia, vivió con devoción y austeridad.


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San Antonio María Claret: vida de fe, misión y devoción a la Virgen

Hoy, 24 de octubre, la Iglesia recuerda a San Antonio María Claret, obispo y fundador de la Congregación de los Hijos del Inmaculado Corazón de María, un ejemplo de entrega, misión y caridad pastoral. Nacido en Sallent, cerca de Barcelona, en 1807, Antonio creció en una familia numerosa y profundamente cristiana. Desde joven destacó por su devoción a la Virgen y a la Eucaristía, mientras ayudaba en el sostenimiento familiar trabajando como tejedor junto a su padre. Sin embargo, su vocación estaba llamada a un camino más amplio: el servicio sacerdotal y misionero.


Ingresó al seminario de Vich en 1829 y, tras su ordenación en 1835, aspiró a las misiones, llegando incluso a Roma para formarse con los jesuitas. Una enfermedad interrumpió su noviciado, pero regresó a España para perfeccionarse en la predicación por Cataluña y las Islas Canarias, ganando fama por su elocuencia, coherencia y vida ascética. En 1849 fundó la Congregación de los Hijos del Inmaculado Corazón de María, consagrada a la Virgen, cuya obra continuó pese a la persecución durante la Guerra Civil Española, que costó la vida de 271 miembros como mártires de la fe.


En 1851 Claret alcanzó su sueño de la misión como Arzobispo de Santiago de Cuba, enfrentando una diócesis desorganizada y llena de necesidades. Implementó reformas, promovió los ejercicios espirituales para sacerdotes, restauró la presencia de religiosos y visitó incluso los lugares más remotos. Su valentía para denunciar injusticias le generó enemigos, sufriendo incluso un atentado. Junto a María Antonia París fundó en 1855 la rama femenina de su congregación: las Misioneras Claretianas.


Llamado por la Reina de España en 1857, regresó a Madrid como confesor real y más tarde acompañó a la reina en su exilio a París. Participó en el Concilio Vaticano I, defendiendo la infalibilidad del Papa, y finalmente murió en 1870 en el monasterio de Fontfroide, Francia. Su canonización en 1950 por Pío XII destacó su humildad, fortaleza de carácter y profunda devoción a la Madre de Dios.


Oración por la intercesión de San Antonio María Claret:

Señor, que hiciste de San Antonio María Claret un verdadero Padre y apóstol de tu gloria, concédenos la misma caridad ardiente que inflamó su corazón, para continuar con eficacia su labor apostólica y, al final de nuestra vida, ser reconocidos como fieles servidores de Cristo y del Evangelio. Amén.

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