Santo del día
- La Vega en Accion
- 15 sept
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San Nicomedes, sacerdote romano del siglo I, fue martirizado por negarse a sacrificar a los dioses. Arrestado y asesinado, su cuerpo fue arrojado al Tíber y luego sepultado en la Vía Nomentana.

San Nicomedes, mártir del siglo I en la Vía Nomentana
Roma – En tiempos de la persecución contra los cristianos durante el reinado del emperador Domiciano, el sacerdote romano Nicomedes se convirtió en testigo de la fe hasta la entrega de su vida. La tradición relata que fue descubierto mientras sepultaba los cuerpos de los mártires, un acto de compasión y fidelidad que se consideraba delito bajo las leyes imperiales.
Tras su arresto, Nicomedes fue interrogado y obligado a rendir culto a los dioses paganos. Firme en su fe, se negó a realizar sacrificios idolátricos, reafirmando su fidelidad a Cristo. La negativa selló su destino: fue asesinado y su cuerpo arrojado al río Tíber, en un intento de borrar su memoria.
Sin embargo, un clérigo logró recuperar sus restos y darles sepultura en la Vía Nomentana, lugar que con el tiempo se convirtió en punto de veneración para los fieles. Su testimonio, marcado por la valentía y la fidelidad, lo inscribió en la memoria de la Iglesia como mártir de los primeros siglos.
El culto a san Nicomedes se consolidó en la liturgia romana, y su nombre aparece en antiguos martirologios, recordando a generaciones de creyentes el valor de permanecer firmes ante la persecución. Su memoria litúrgica invita a reconocer la fuerza de la fe en medio de la adversidad y a honrar a quienes, como él, dieron su vida en defensa del Evangelio.











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