Santo del día
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- 4 sept
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Moisés, liberador de Israel, pasó de niño rescatado del Nilo a profeta y legislador. Condujo al pueblo por el desierto, recibió la Ley y guio hacia la libertad.

La Biblia hebraico-cristiana presenta en el Pentateuco un amplio retrato de Moisés, figura central en la liberación de Israel. Tras el ciclo de José en Egipto, el libro del Éxodo narra la esclavitud del pueblo hebreo y cómo Dios escucha su clamor, eligiendo a Moisés para conducirlo hacia la libertad.
Nacido en tiempos de persecución, Moisés es rescatado de las aguas del Nilo por la hija del faraón y criado en palacio, aunque nunca olvida sus raíces hebreas. Tras matar a un egipcio que maltrataba a un compatriota, huye al desierto, donde vive su experiencia fundante: la zarza ardiente en la que Dios se le revela como “Yo soy el que soy” y lo envía a liberar a Israel.
El enfrentamiento con el faraón es descrito con un tono épico y simbólico: prodigios, plagas y la resistencia obstinada del gobernante egipcio. Finalmente, la décima plaga fuerza la salida de los hebreos, que celebran la Pascua como memoria de la liberación. El cruce del Mar Rojo marca la victoria definitiva de Dios sobre la opresión.
Durante el éxodo, Moisés guía a un pueblo difícil, que experimenta hambre, sed y tentaciones de idolatría, como el episodio del becerro de oro. En el Sinaí recibe las Tablas de la Ley, consolidando la alianza entre Dios e Israel. Con su bastón, obtiene agua de la roca y alimento del cielo en forma de maná, signos de la providencia divina.
La travesía por el desierto dura cuarenta años, tiempo de prueba y purificación. Moisés intercede constantemente por su pueblo, mediador entre su rebeldía y la fidelidad de Dios. Sin embargo, él mismo no entra en la Tierra Prometida: desde el monte Nebo contempla Canaán, pero su misión culmina con la entrega del liderazgo a Josué.
Así, Moisés pasa de ser un niño salvado de las aguas a profeta y legislador, reconocido como liberador, mediador y amigo de Dios. Su vida, marcada por la justicia y la fe, permanece como ejemplo universal de esperanza, confianza y fidelidad al proyecto divino de libertad.











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