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Salmo del día

  • La Vega en Accion
  • 23 sept
  • 1 Min. de lectura

El salmista expresa alegría al ir a la casa del Señor, donde se celebra su nombre y se vive en justicia y unidad. Jerusalén se convierte en centro de comunión y fe.


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Fieles celebran con alegría la llegada a la Casa del Señor

Jerusalén.– Con cánticos de júbilo y pasos firmes, los creyentes expresan su alegría al acercarse a los umbrales del templo, cumpliendo con la antigua tradición de celebrar el nombre del Señor.


El Salmo Responsorial 121, 1-5, invita a los fieles a reconocer la importancia de Jerusalén como centro espiritual y lugar de encuentro con Dios: “¡Qué alegría cuando me dijeron: ‘Vamos a la casa del Señor’! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén”.


La ciudad, descrita como bien fundada y compacta, recibe a las tribus de Israel, que suben para participar en las celebraciones religiosas y en los tribunales de justicia establecidos en el palacio de David, recordando la herencia y la organización espiritual de la nación.


Líderes religiosos destacan que el salmo refleja tanto la devoción como la unidad del pueblo de Dios, subrayando que la verdadera alegría nace del encuentro con Él y del cumplimiento de las costumbres que fortalecen la fe y la identidad comunitaria.


“Vamos alegres a la casa del Señor”, repiten los fieles, reafirmando la importancia de la tradición, la justicia y la oración en la vida cotidiana, y la centralidad de Jerusalén como símbolo de fe y esperanza para todas las generaciones.

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