Evangelio del día
- La Vega en Accion
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Jesús declara que no vino a traer paz, sino división, al encender el fuego del Espíritu y exigir decisiones firmes que pueden dividir incluso a las familias.

Reflexión del Evangelio (Lc 12, 49-53)
En este pasaje, Jesús expresa con fuerza el ardor de su misión: “He venido a prender fuego a la tierra”. Ese fuego representa el Espíritu Santo, el amor purificador y transformador de Dios, que no deja nada indiferente. Cristo no busca una paz superficial ni conformista, sino una conversión profunda que, inevitablemente, genera división, incluso dentro de las familias.
El “bautismo” al que se refiere es su pasión y muerte, un paso de sufrimiento que abre el camino a la redención. Jesús siente la urgencia de cumplir su misión, consciente de que su mensaje encenderá corazones, pero también despertará resistencias.
Su palabra invita a cada creyente a tomar postura con valentía, incluso cuando seguirle implique incomprensión o conflicto. El Evangelio no se acomoda al mundo: lo transforma desde dentro, exigiendo fidelidad, coherencia y amor ardiente.
El desafío es dejar que ese fuego divino nos purifique, nos despierte del conformismo y nos impulse a vivir el Evangelio con decisión, aunque el precio sea la división o la incomodidad. Solo quien se deja arder por Cristo puede iluminar verdaderamente el mundo.











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