Evangelio de hoy
- La Vega en Accion
- 13 sept
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Jesús enseña que el corazón revela nuestras obras: el bien brota del bueno y el mal del malo. Escuchar y practicar su palabra es edificar sobre roca; ignorarla es construir en arena.

Jesús advierte: “No basta decir Señor, hay que vivir lo que enseño”
En su enseñanza recogida por el Evangelio de san Lucas (Lc 6, 43-49), Jesús dirigió a sus discípulos una comparación clara y directa: la fe verdadera se reconoce por los frutos que produce en la vida de cada persona. “No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno”, afirmó, recordando que lo que abunda en el corazón se manifiesta en palabras y obras.
El mensaje insistió en la coherencia entre la proclamación de fe y la práctica diaria. Jesús cuestionó: “¿Por qué me llamáis ‘Señor, Señor’, y no hacéis lo que digo?”, dejando en evidencia la necesidad de una obediencia activa y no meramente verbal.
Para ilustrarlo, recurrió a una imagen de la vida cotidiana: quien escucha su palabra y la pone en práctica es como el hombre que construye su casa sobre roca firme; aunque lleguen las tormentas, su edificación permanece en pie. Por el contrario, quien escucha pero no actúa, se asemeja al que edifica sin cimientos, y cuya casa se derrumba ante la primera crecida.
El pasaje, considerado una de las enseñanzas fundamentales del Evangelio, subraya la importancia de vivir una fe sólida, cimentada en la práctica constante del bien, la verdad y la justicia, evitando la superficialidad de una religiosidad de palabras vacías.











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