Evangelio
- La Vega en Accion
- 10 sept
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Jesús proclama bienaventurados a pobres, hambrientos y perseguidos, prometiéndoles consuelo y alegría, mientras advierte a los ricos y satisfechos de su futura desgracia.

Jesús proclama las Bienaventuranzas y advierte a los ricos en su enseñanza a los discípulos
Jerusalén.– En un discurso dirigido a sus discípulos, Jesús de Nazaret proclamó las Bienaventuranzas, destacando la dicha de los pobres, los hambrientos, los que lloran y los perseguidos por causa del Hijo del Hombre. El mensaje, transmitido en tono esperanzador, prometió consuelo y recompensa en el cielo para quienes hoy atraviesan sufrimiento y marginación.
“Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios”, afirmó Jesús, al tiempo que subrayó que quienes soportan hambre o lágrimas alcanzarán saciedad y alegría. Asimismo, invitó a quienes sufren persecución e insultos a alegrarse, asegurando que su recompensa será grande, recordando que lo mismo ocurrió con los profetas en el pasado.
Sin embargo, la enseñanza también incluyó duras advertencias. “¡Ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!”, expresó Jesús, dirigiéndose a quienes gozan de abundancia y prestigio. Según sus palabras, quienes ahora están saciados enfrentarán hambre, y quienes ríen conocerán el luto y el llanto.
El discurso, recogido en el Evangelio de Lucas (6, 20-26), contrasta la realidad de los marginados con la de los poderosos, planteando un mensaje radical de inversión de valores. Mientras unos reciben promesas de esperanza y vida eterna, otros son alertados sobre los riesgos de la complacencia y el apego a los bienes terrenos.
Con estas palabras, Jesús consolidó una de las enseñanzas más emblemáticas de su predicación: la centralidad de la justicia divina frente a las desigualdades humanas.











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